Norma Jean Baker, la niña que se convirtió en Marilyn Monroe

Gladys Pearl Baker se casó con el noruego Edward Mortenson, y poco después de separarse descubrió que estaba embarazada. El 1 de junio de 1926 nació en Los Ángeles su hija Norma Jeane Mortenson, según consta en el registro civil para que no fuera ilegítima, y llamada Norma Jean Baker en la práctica, pero luego conocida como Marilyn Monroe.
Tuvo una infancia difícil: además de los problemas económicos, fue dada en adopción a otras familias e incluso fue víctima de violación.
Se casó con el hijo policía de una vecina en junio de 1942, porque temía regresar al orfanato: Norma tenía 16 años y James Dougherty, 21. Desde entonces ella dejó de estudiar para dedicarse a su papel de buena esposa y buena ama de casa.
Dougherty se enroló en la marina en plena Segunda Guerra Mundial y ella se mudó a casa de su suegra, con quien trabajó luego en la fábrica de aviones y municiones Radio Plane de Burbank.

Norma Jean Baker, cuando trabajó en la fábrica Radio Plane en Burbank
Norma Jean Baker, cuando trabajó en la fábrica Radio Plane en Burbank

Mientras trabaja en la fábrica, un fotógrafo la retrató en su puesto de trabajo para una revista. Sin saberlo, había descubierto a la que poco después sería la gran Marilyn Monroe.
Logró cotizarse como modelo y fue portada de decenas de revistas, pero su nuevo trabajo era algo que no le gustaba a su marido: o continuaba siendo una «buena» ama de casa o emprendía su camino hacia la fama.
En 1946, apostando por su futuro, Norma se divorció de su esposo y se presentó a varios castings. Fue contratada por uno de los ejecutivos de la Twentieth Century Fox para trabajar como extra de cine durante seis meses.
Fue él quien le propuso el nombre artístico de Marilyn, por la actriz Marilyn Miller y ella escogió el apellido Monroe por ser el de soltera de su abuela.
En sus primeros papeles interpretó a una telefonista en la película musical The Shocking Miss Pilgrim y a una camarera en Dangerous Years.
De apariciones breves a producciones poco exitosas, Marylin se mantuvo trabajando hasta recibir papeles que le valieron buenas críticas.
En 1952 obtuvo su primer protagónico en Don’t Bother to Knock, un thriller donde interpretaba a una niñera perturbada a la que vigila Richard Widmark.
En Monkey Business (Me siento rejuvenecer), donde fue dirigida por Howard Hawks y actuó junto a Cary Grant y Ginger Rogers, mostró, por primera vez, la que sería su imagen definitiva: melena corta ondulada teñida de rubio platino.
Y nació una leyenda.

 
 

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